- Natividad de la Santísima Virgen María
- Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba
- Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela
- Nuestra Señora de Covadonga, Patrona de Asturias (España)
- Nuestra Señora de la Peña de Francia
- San Sergio I, Papa
- Santos Adrián y Compañeros, Mártires
- Santa Natalia, Viuda
- Santa Ricarda, Viuda
- Beato Alano de la Roche, Fraile Dominico
- San Corbiniano, Obispo
- Santos Eusebio, Nestabo, Zenón y Néstor, Mártires
- San Disibodo, Obispo y Confesor
Y en otras partes, otros muchos santos Mártires y Confesores, y santas Vírgenes.
R. Deo Gratias.
NATIVIDAD DE LA
SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Bienaventurado el seno que llevó a Jesús,
y los pechos que lo alimentaron
(Lucas, 11, 27)
Esta
fiesta mariana tiene su origen en la dedicación de una iglesia en
Jerusalén, pues la piedad cristiana siempre ha venerado a las personas y
acontecimientos que han preparado el nacimiento de Jesús. María ocupa
un lugar privilegiado, y su nacimiento es motivo de gozo profundo. En
esta basílica, que había de convertirse en la iglesia de Santa Ana
(siglo XII), san Juan Damasceno saludó a la Virgen niña: "Dios te salve,
Probática, santuario divino de la Madre de Dios … ¡Dios te salve,
María, dulcísima hija de Ana!". Aunque el Nuevo Testamento no reporta
datos directos sobre la vida de la Virgen María, una tradición oriental
veneró
su nacimiento desde mediados del siglo V, ubicándolo en el sitio de la
actual Basílica de "Santa Ana", en Jerusalén. La fiesta pasó a Roma en
el siglo VII y fue apoyada por el Papa Sergio I. Su fecha de celebración
no tiene un origen claro, pero motivó que la fiesta de "La Inmaculada
Concepción" se celebrara el 8 de diciembre (9 meses antes). El Papa Pío X
quitó esta celebración del grupo de las fiestas de precepto.
Las plegarias y las lágrimas de San Ana le merecieron, después de
veinte años de esterilidad, la gloria de dar al mundo a la
Bienaventurada Virgen María. He aquí la aurora mensajera del Sol de
justicia: demonios, retiraos al infierno; ángeles, regocijaos: pronto
los justos ocuparán los lugares abandonados por los ángeles rebeldes.
Hombres, triunfad: María ha nacido para ser la Madre de Dios que será
vuestro Hermano y vuestro Redentor. Almas santas que gemís en el limbo,
consolaos: la puerta de vuestra prisi6n muy pronto será abierta por el
Hijo de la que acaba de nacer.
MEDITACIÓN
SOBRE LA NATIVIDAD DE MARÍA
SOBRE LA NATIVIDAD DE MARÍA
I. Considera las mercedes con que Dios honra a María el día de su
dichoso nacimiento. El Padre eterno, que la consideraba como Hija suya,
le dio el nombre de María; la hizo Soberana del cielo y de la tierra,
Reina de los ángeles y de los hombres. El Verbo eterno la eligi6 para
ser su Madre; dióle a todos los hombres como hijos adoptivos, con pleno
poder para acordar la gloria eterna a los que la sirvan fielmente. El
Espíritu Santo colmó de gracias a su divina Esposa. Regocíjate con Maña
por todos estos favores.
II. Maña responde a los beneficios del Señor con los sentimientos del más vivo agradecimiento. Dotada, desde su primer instante, del uso de razón, se sirve de ella para adorar al Padre eterno: se humilla a la vista del honor que el Verbo encarnado le hace al elegirla por Madre suya: ofrece su corazón por un acto de amor al Espíritu Santo, su divino Esposo. Haz tú, por lo menos hoy, lo que hizo Maña en el día de su Natividad. Adora al Padre eterno, humíllate delante de Jesús, da tu corazón al Espíritu Santo.
III. ¿Qué harás tú para honrar a Maña en el día de su Natividad? Respétala, porque es todopoderosa en el cielo y en la tierra. Ámala, porque es la Madre de Jesucristo, y la nuestra por adopción. Ten confianza en Ella, porque es la Madre de los predestinados. Sé su fiel y constante servidor, como fue Ella la constante y fiel Esposa del Espíritu Santo. Imita, durante tu vida, lo que Ella hizo el día de su nacimiento. En medio de las olas del siglo, debemos refugiarnos junto a María y regular nuestra vida según sus ejemplos. (San Epifanio).
II. Maña responde a los beneficios del Señor con los sentimientos del más vivo agradecimiento. Dotada, desde su primer instante, del uso de razón, se sirve de ella para adorar al Padre eterno: se humilla a la vista del honor que el Verbo encarnado le hace al elegirla por Madre suya: ofrece su corazón por un acto de amor al Espíritu Santo, su divino Esposo. Haz tú, por lo menos hoy, lo que hizo Maña en el día de su Natividad. Adora al Padre eterno, humíllate delante de Jesús, da tu corazón al Espíritu Santo.
III. ¿Qué harás tú para honrar a Maña en el día de su Natividad? Respétala, porque es todopoderosa en el cielo y en la tierra. Ámala, porque es la Madre de Jesucristo, y la nuestra por adopción. Ten confianza en Ella, porque es la Madre de los predestinados. Sé su fiel y constante servidor, como fue Ella la constante y fiel Esposa del Espíritu Santo. Imita, durante tu vida, lo que Ella hizo el día de su nacimiento. En medio de las olas del siglo, debemos refugiarnos junto a María y regular nuestra vida según sus ejemplos. (San Epifanio).
La devoción a la Santísima Virgen
Orad por las congregaciones de la Santísima Virgen.
Orad por las congregaciones de la Santísima Virgen.
ORACIÓN
Dignaos, Señor, conceder a vuestros servidores el don de la gracia celestial, a fin de que la solemnidad del N Santos, septiembre acimiento
de la Virgen Bienaventurada, cuyo alumbramiento ha sido para nosotros
el principio de la Salvaci6n, nos obtenga un acrecentamiento de paz.
Por J. C. N. S. Amén.
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